Comenzaron las actividades de 2008 en el C.E.T. de Elche con un curso impartido por Julio Díaz Piñeiro en el que tratamos una visión panorámica de la Reforma Protestante, centrándonos después en las raices del protentastismo español, para finalmente reflexionar sobre las perspectivas de futuro de la reforma.Julio Díaz Piñeiro es una persona que no necesita presentación en nuestro medio. Es Director del
Seminario Teológico de la U.E.B.E. en Alcobendas y Profesor de Historia de la Iglesia (entre otras actividades). Tiene ese conocimiento amplio de la historia y ese cariño por la materia que imparte, que convierte la asistencia a una de sus clases en un disfrute para todos los presentes. "Se necesitan muchos conocimientos para hacer las cosas sencillas" decía un pensador, y nosotros podemos decir lo mismo de todas las personas que contribuyen con su presencia a la formación en el C.E.T. Sureste.
Sola gratia, sola fide, sola Scriptura, solo Christo.
Las consecuencias de la aplicación de estos principios quedaron plasmados históricamente en la contribución de la Reforma Protestante a la misma reforma de la sociedad de su tiempo:
- Efecto liberador el mensaje evangélico; Libertad del yugo del hombre y libertad en Cristo para acudir a su Palabra independiente de toda autoridad humana, descubriendo el misterio de la justificación por la fe.
- Sacerdocio universal de los creyentes.
- Renovación de los valores humanos en los países donde se implantó la Reforma.
- Transformación positiva de la sociedad.
- Recupersación de las Sagradas Escrituras como regla de fe y conducta.
- Establecimiento de un nexo de unión con la iglesia primitiva: retorno a una eclesiología neotestamentaria.
- Énfasis en la libertad y dignidad de la persona.
- Difusión de la Biblia impresa que contribuyó al descenso de la tasa de analfabetismo en la Europa protestante.
- Ética protestante.
La asistencia al curso fue de unas veinte personas, y al final tuvimos oportunidad de entablar un coloquio en torno a la iglesia que continua en continua reforma. La historia nos enseña y nosotros aprendemos las lecciones, y la principal lección que nos aporta la Historia de la Reforma es que la iglesia no puede perder ese espíritu de reforma, de autocrítica, de no separarse de los fundamentos de la fe cristiana que los reformadores rescataron:
Sola gracia, sola fe, sola Escritura, solo Cristo.
Nuestro reto consiste en hacer una relectura de esos principios aplicandolos a la época que nos ha tocado vivir.